¡Buenos días, guerreras!
A día de hoy, creo que me llevo el premio a la más pringailla entre pringaillas. Ando un poco triste y puede que sea porque estos días soy una coctelera hormonal con patas, pero luego he reflexionado sobre mi vida, y también podría ser que la causa de todo la tenga un pequeño gazapo y mi tendencia natural a llevarme bichos moribundos a casa.
Os cuento, porque tiene historia:
Ayer, como un día más en la vida de una guerrera, salí a andar. Íbamos mi marido y yo con la ilusión de llegar hasta un nuevo centro comercial que han abierto a unos cuantos kilómetros. Se presentaba un sábado tranquilo, con pateo y cerveza sin alcohol de premio en alguna terraza al solecito.
No habíamos hecho ni una cuarta parte de nuestro trayecto, cuando mi marido, con ojo avizor, me dice:
– ¡Huy, en mitad de la carretera hay una rata!
Sí, así sin paños calientes. Eva, la miope, no se ve tres en un burro, así que tuve que acercarme como 20 metros más hasta enfocar un bicho oscuro en medio de los dos carriles. Os podéis imaginar que no avanzaba yo muy dispuesta hacia el animalito en cuestión.
Íbamos caminando por debajo de un puente, con un olor nauseabundo a alcantarilla. En mi mente podía ver ya la rata, echando espuma por la boca, mientras nosotros corríamos cual cobardes.
Aquello estaba prácticamente desierto, algún ciclista y un yonki muy amable que pasó dando los buenos días. Todo muy tranquilizador.
Me iba acercando más al bicho inmundo, cuando mi marido, con mejor vista que yo, exclamó:
– ¡No es una rata, es un conejo! Lo habrán atropellado al pobre.
Mi cuerpo se relajó y una gran pena se apoderó de mí… No era más que un gazapillo, cuyo cuerpo cabía en su totalidad en mi mano. Mi marido también se apiadó de él.
– No lo vamos a dejar aquí tirado. Cógelo tú qué a mí me da como repelús…
Muy machote él, me azuzó para que recogiera aquel bichito. Me extrañó que el animal no intentara huir y se dejara coger fácilmente, pero como ya en mis manos intentó escapar, pensé que tendría salvación porque se movía.
Y así fue como me responsabilicé de un gazapo al que no tenía ni la más remota idea de cómo sacar adelante. Pero como San Google es el patrón de los humanos desesperados, mientras emprendíamos el camino de vuelta, le pedí a mi marido que fuera buscando información. Que si leche de gatito lactante, que si una tetina minúscula… Yo pensando si podría usar la jeringa del Prolutex para un fin con mejor pronóstico que mi infertilidad. Y llegué a casa con el gazapillo acurrucado entre mis manos, buscando el calor en ellas. Mi mariduchi pilló una caja del Amazon y le pusimos una botella de agua, más templada que caliente, y un pañito de algodón.
Fue instantáneo… mi marido lo dejó en la caja y se cayó directamente de lado, cual ninot de falla, totalmente inmóvil. Y yo, no creo que fuera por los diabólicos estrógenos, me puse a llorar como una tonta. Confieso que apreté su corazoncito varias veces con la intención de hacerle una rudimentaria reanimación cardiopulmonar. Incluso, en un desesperado intento de devolverle la vida, le pedí a mi marido que le practicara el boca a boca (me miró con mala cara). Aún así, todo fue inútil. ¿Alguien sabe de algún curso sobre cómo reanimar conejos? Es por si hay una próxima vez, ya que suelo ser reincidente en estos asuntos.
En fin, que me he quedado muy tristona. Me siento como una matagazapos. Aunque, seguramente, estaba ya medio muerto cuando lo recogí de la carretera.
Por otro lado, los conejos están asociados a la fertilidad (parir como conejas…) ¡Y a mí va y se me muere!!
Así que ya no tengo muy claro si mi estado actual es por las pastillas o porque soy una CapullaRecogeBichosMoribundos. ¿Gazapillo o estradiol, cuál pensáis vosotras que es la causa de que hoy me sienta así?
Podéis dejar comentarios o mensajitos de condolencia. Ayer fue el funeral, pero aún estamos en pleno duelo.
Un besazo a todas, campeonas. Que marzo os traiga las mejores noticias, que bien que las merecéis🍀🤞🏻💖😘😘😘
Acabo de leer por fin la historia del gazapo, después de que lo comentaras por twitter, y me ha parecido que hiciste una labor tan dulce y necesaria que quería darte las gracias en nombre del conejillo moribundo. Le concediste una muerte digna, a pesar de ser un animalillo insignificante para mucha gente, y le acompañaste en sus últimos momentos proporcionándole calor y comodidad, así que siéntete orgullosa y afortunada, porque el karma te lo devolverá. Eso quiero creer.
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Muchas gracias, cariño! Si todo va bien, creo que el conejillo vino a traerme la suerte que llevaba esperando todos estos años. Sólo espero que esa suerte sea también para toda la pandy, que os lo merecéis sin duda.
Un abrazo enorme, bonita 🤗🤗😘😘
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Ay Eva… yo que soy una hormona con patas en todo mi ser me ha dado una mezcla de pena inmensa por el gazapillo y de ternura de cómo intentaste salvarlo… si te sirve de consuelo tengo un trauma infantil con un pajarito atropellado al que la madre seguía intentando alimentar! Así que no eres la única a la que le pasan estas cosas, por lo demás no te preocupes, a veces vemos señales donde no las hay! Besote linda, mañana será otro día!
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Muchísimas gracias, Lana. Es mejor pensar que no son señales, porque ésta no creo que fuera muy buena😥 Gracias por contarme tu historia con el pajarito. Qué mal debiste pasarlo, no me extraña que aun lo recuerdes. Un abrazo gigante, bonita😘😘😘🤗🤗
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🐰😢😢😢😢
Ayer también le bajó el primer celo a mi perra y pensé: esta se preña antes que yo…aún evitándolo…
Moraleja: dejemos de creer en las señales animales y confiemos solo en los astros 🌍 🌟
Q tengáis un feliz domingo!!!
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Sí, me voy a hacer fan de los astros porque los animalitos no son lo mío 😅😅 Feliz domingo para vosotras también 😘😘😘😘
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