Hola de nuevo, chicas:
Creo que, después de todo, no me ha llevado tanto tiempo aceptarlo. Es cierto que el Dr. Adonis me dió la opción de seguir con mis propios óvulos, pero también es verdad que tengo que ser realista.
¿Sabéis que sólo 6 de cada 100 mujeres en mi mismo caso consiguen un embarazo que llegue a término? ¡Venga ya! ¿En serio voy a tener tanta suerte? La suerte y yo somos viejas desconocidas, sobre todo si hablamos de fertilidad.
Así que, con estos y otros datos que seguro que ya habéis buscado en internet como yo, mi cabeza estaba a punto de estallar. Intenté racionalizar todo, incluso mi propia angustia, y me di cuenta de que cuando ya creía que había aceptado alguno de mis miedos, dudas… volvía, una y otra vez, recurrentemente a ellos, aún sabiendo que muchos de estos miedos no eran reales. Así que visto que mi disco duro neuronal echaba humo, decidí descargarlo en una memoria externa… Y me he quedado nueva. Sí, chicas, cogí papel y boli y empecé a escribir todos mis miedos, los que me impedían tomar una decisión que quiero tomar, porque quiero ser madre. Y junto a cada miedo, anoté si era real, posible o improbable; si existía algún tipo de solución; si realmente era tan grave; y todo aquello que me parecía importante.
Así he llegado a varias conclusiones:
1.- La mayor parte de mis miedos proceden de mi propio complejo.
Es una realidad que me siento inferior a otras mujeres, sólo por el hecho de no poder quedarme embarazada. Así que si necesito el óvulo de otra mujer, seré inferior también como madre.
Este planteamiento es totalmente absurdo. No se puede ser madre de segunda cuando has luchado tanto por tu hijo/a. ¿Qué mayor muestra de amor y entrega? ¿No son estos dos sustantivos los que definen de verdad a una madre?
Sin embargo, es este pensamiento nocivo el origen de miedos como:
– ¿Me querrá menos?
– ¿Se avergonzará de mí o de su origen?
– ¿Qué pensarán los demás?
– ¿Me sentiré mal si tiene una relación más cercana con su padre?
2.- Otra gran parte de nuestras reticencias procede de ideas preconcebidas sobre nuestra vida.
– Ya no se parecerá a mí.
– La donante puede ser más fea que mi suegra, que ya es decir…
Estos y otros miedos proceden de ensoñaciones infantiles sobre cómo sería nuestra vida adulta. Nadie puede asegurarte que tu hijo se parecerá a ti. Puede salir a su padre, a su tío o a un abuelo. Esto es algo que sé de primera mano, pues dicen que me parezco más a mi tía que a mi madre. Sí, tengo rasgos de mi madre, pero heredé el color de ojos y pelo de mi tía (mi padre diría que lo heredé de él, pero mi tono es aún más oscuro… casi negro). Mis hermanos y yo no nos parecemos en nada: El mayor sacó los ojos verdes de mi madre y el pelo castaño de mi padre; El mediano, el pelo rubio de mi madre y los ojos celestes de dos de nuestros bisabuelos. Cuando nos ven juntos, nadie piensa que seamos hermanos. Es más, ni siquiera nos parecemos en el carácter, los gustos o las habilidades. Y os juro que no nos dieron el cambiazo al nacer 😜.
Si nuestro hijo/a llevara nuestros genes, no nos haríamos esas estúpidas preguntas, pero nos las hacemos, porque aún no nos hemos liberado de la idea de que la vida que nos imaginamos de niños no tiene porqué ser la que vivamos de mayores.
3.- Existen otros miedos, la mayoría inherentes a cualquier embarazo.
– Miedo al parto
– Miedo a complicaciones en el embarazo
– Miedo a que nazca con problemas
– Miedo a no ser buenas madres
Los tendríamos exactamente con cualquier hijo, biológico o no. Nadie te garantiza que vaya a nacer sano sólo porque lleve tus genes. Sí, es cierto que tenemos la creencia de que, al menos, sabemos los riesgos que corremos pues conocemos nuestros antecedentes familiares, pero esto no es siempre así. No puedo estar segura de los antecedentes familiares de mi marido o de las enfermedades de mis abuelos. Vamos, que hace dos días me enteré de que hay gemelos en la familia de mi maridín y fue porque a mi cuñada le han tocado unos en suerte, que si no mi suegra todavía está calladita. Así que no, no podemos controlarlo todo. Y no sabemos si somos portadores de alguna enfermedad que no hemos desarrollado pero podemos transmitir. Por otro lado, y esto en mí ha pesado mucho, las posibilidades de que nuestro hijo nazca sano viniendo de ovodón son del 99% (me lo dijo el Dr. Adonis), y nadie está a salvo de desarrollar una enfermedad en el futuro, nuestros hijos biológicos tampoco lo estarían. Es, de nuevo, el miedo lo que nos hace pensar así. El miedo a cargar con un hijo enfermo que pensamos que es de otra, pero esto no es cierto. Es nuestro hijo, y así lo sentiremos en cuanto lo notemos en nuestro vientre y, aún más, cuando lo tengamos en nuestros brazos.
4.- Dudas sobre cómo debemos actuar
– Contarlo o no
– A quién contarlo
– Cómo y en qué momento
Tengo muy claro que debo contárselo a mi hijo/a desde el principio. Las dudas surgen sobre si hacer lo propio con mi familia política, que sería lo lógico para normalizar la situación y que nuestro hijo vea la ovodonación como algo natural. Mi problema es que son un pelín peculiares… Vale, son raros de narices y mi suegra no me tiene mucho cariño (al fin y al cabo me llevé a su niñito, cosa imperdonable). Que yo tenga un hijo que tenga sus genes y no los míos es un arma letal en sus manos. Pero, como dice el tanguillo: «Con las bombas que tiran los fanfarrones se hacen las gaditanas (y esta sevillana también) tirabuzones».
5.- Dudas sobre la ovodonación en sí
– ¿Compartiremos donante?
– ¿Cuántos óvulos tendremos?
– ¿Me dan algún tipo de garantía en la clínica?
– ¿Me ayudarán psicológicamente en el proceso?
– ¿Podremos en el futuro reunirnos con familias como la nuestra (para que nuestro hijo no se sienta un bicho raro)?
Éstas son las únicas cuestiones que me quedan por hacer y que me ayudarán a elegir si quiero seguir con el Dr. Adonis o buscar otra clínica. Pero, como veis, no son las preguntas de quien tiene dudas sobre si tirarse a la piscina de la ovodonación. Yo ya tengo puesto el traje de baño, sólo me falta que la clínica me ponga el trampolín. Estoy dispuesta a saltar con todas las consecuencias, sólo espero que en el fondo haya un poquito de agua y pueda al fin cumplir mi sueño.
Sólo un consejillo: Haced vosotras también vuestra propia lista y hablad con vuestras parejas también sobre sus miedos. Os prometo que os va a ayudar mucho y os sentiréis mejor. Así me ha pasado a mí.
¡Un abrazo y a por todas! Que tengamos miedos no significa que no seamos valientes 😘😘😘💪💪💪
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